La bondad

Hay una mujer que vive en el bloque de mi hermana, que adora a los animales.
Siempre lleva galletas perrunas en el bolso, y todos los perros del barrio la adoran y menean el rabo como locos en cuanto la ven.

A Dante le costó un poco apreciarla porque no le gusta que le den golosinas los extraños, a él lo que le gusta es rebuscar en la basura e intentar pescar lo que sea, si huele a podrido mejor. Pero al final se ha dado cuenta que esta mujer es adorable. A mí desde luego me lo parece.

Hace tiempo me sorprendió una bandada de palomas que venía directamente hacia mí sin motivo aparente y de una forma extraña. Cuando me giré ví que esta mujer llegaba por la calle soltando migas de ¿pan?. Crucé la calle y desde enfrente pude ver esa nube de palomas rodeándola mientras andaba, porque esta mujer no se para a dar de comer a las palomas. Las alimenta de una manera como casual y fue sorprendente comprender que las palomas la reconocían ¿nos conocerán a los demás las palomas del barrio? ¿me tendrán a mí catalogada como humana con canido no molesto?

Cuando he salido esta mañana, he vuelto a ver la bandada de palomas y aunque aún no se veía a éste hada animalista, esta vez he entendido el presagio que revoloteaba en el aire y no me he equivocado.
Ha sido la primera sonrisa que me han regalado hoy y también ha sido a ella ha quien le he regalado mi primera sonrisa de hoy.

Me gusta esa anciana enjuta porque siempre va sonriendo, es pulcra y delicada con los animales sin llegar al trastorno que muestran otras mujeres que alimentan gatos y parece que siempre van refunfuñándole algo a la vida.