Noche de San Juan

Se supone que hemos disfrutado del fin de semana más largo del año... ha sido tan largo que tengo que contarlo en dos partes. La del sábado y la del domingo.

El sábado fue un buen día.

Por la mañana acompañé a Lentejas a por ropita porque hacía siglos que no se compraba nada y fue una exitosa excursión, lo que pasa es que se quedó ya sin ganas de na… vamos que dijo que ella de hogueras nasti de plasti. v_v

La idea que inicialmente yo tenía para la noche de San Juan no se parecía en nada a lo que iba concretando según pasaba el día. Susanitaka estaba cansaísima y decidió quemar la lista en el cenicero de casa (mira, como Lola). Quedé con Pepa and family, así que me fui con mi hermana y con mi sobrina, yo no quería hacer una salida sabadera, sólo quería acercarme a ver las hogueras por lo que me terminé convenciendo que ir con niñes y padres en vez de con adultos solteros daba igual.

Llegamos prontísimo y aún no había nada, bueno había un chaval tocando la darbuka (según Mauro) bastante mal. Aquí hay que aclarar que Tomás que es el padre de Mauro, es profesor de música y que Mauro a sus años 12 años es un alumno aventajado.
Finalmente nos acercamos él y yo a preguntarle al chaval si le dejaba tocar un poquito y fue algo grandioso.

El chico le dejó la darbuka con cara de escepticismo, como para dar un capricho a un niño que no sabe lo que se hace...
Ahí coge la darbuka Mauro, se sienta en el bordillo, empieza a tocar y al chaval y a mí se nos abren mucho los ojos en un gesto de absoluta incredulidad... en fin, que se hizo un corrillo donde se oía - ¡Joder con el niño! ¡Es alucinante! se veían gestos de mandíbulas señalantes y guiños admirativos. Yo me hubiese quedado toda la noche escuchando a Mauro tocar la darbuka... pero no pudo ser. Mauro terminó en lo que a mí me pareció un segundo, la gente reunida le aplaudió le palmeo la espalda y le dieron la mano y nos fuimos en busca de algo de comer en un periplo bastante largo y pesado.

Cuando encontramos una terraza a gusto de todos y que nos atendieran, cuando conseguimos saciar los instintos básicos de una cena… eran ya las 12 y pico. Pablo se había quedado frito en brazos de Pepa y yo sufría en silencio la posibilidad de quedarme sin hogueras... entonces... ¡Llamó Paquito!

Quedé con ellos en las hogueras. Mi hermana y yo nos llevamos a Mónica y a Mauro. Por fin estaba todo lleno de gente y de hogueras de todos los tamaños.
Sólo estuvimos un rato, pero me reí un montón con la ocurrencia de Paquito de arrojar la lista de la única cosa (buena) qué había pedido al fuego y le ofrecí el reverso de la mía para poner un contrario o avisar a los espíritus ígneos que no tuvieran en cuenta la otra lista o algo... y es que Paquito es taaaan hipocondríaco para todo XD Luego para contentar a dichos espíritus saltamos juntos la hoguera y aunque no hay foto acreditativa, fue uno de los saltos más bonitos que se hicieron y yo me sentí de pronto como si fuese capaz de cualquier cosa… desde entonces no se me ha terminado de pasar el efecto del humo. ^^

Mauro también se atrevió a saltar e incluso Mónica... le daba bastante mieditis pero saltó con nuestra ayuda y le gustó. Luego estuvimos viendo un rato un grupillo de percusionistas a los que Mauro sí dio el visto bueno y nos fuimos con los ojos llenos de chispas y de ilusiones.

Mañana si puedo hablaré de las sorpresas que nos trajo el domingo a la familia, la felicidad tan tonta de una reunión “inesperada”