Superstición

Parece que sí, parece que soy algo supersticiosa.

No me gusta levantarme con el píe izquierdo, por eso a veces parezco gilipollas cuando no encuentro las zapatillas por la mañana. No me mola nada ver tijeras abiertas en las mesas, es verlas y buscarles acomodo contraviniendo todas mis normas del desorden puro. Procuro evitar pasar por debajo de las escaleras, pero esto es algo más de sentido común que de superstición. No me gusta que se caiga la sal y si lo hace tiro la típica pizca por encima de mi hombro, aunque lo considero más una manía que una superstición en sí.
¿Espejos rotos? Me la rempanfinflan… pero si puedo echo los trozos a un bonito estanque, cosa que no he podido hacer nunca.

No me creo que me perjudique en absoluto el que un gato negro se me cruce, ni me importa en lo más mínimo romper cadenas. No me afecta la numerología del 13 ni tengo manías con los colores de la ropa ni otros. Me encanta que me mire un tuerto en particular y no me importa que los demás lo hagan, dentro de lo poco que me gusta que me miren, claro.

Si la gitana de la ramita del romero me insinúa cosas como posibles malas suertes si no le doy la voluntad, se lleva una mirada sesina a la par que pienso lo de “rebota, rebota y en tu culo explota elevado al cubo” y termina bajando la vista o fingiendo que soy transparente.

Pero…

Este verano me compré un juego de pendientes y colgante gatunos que me enamoraron. Véase que monos:


Pues el caso es que les he cogido gato. No hay ninguna razón para ello; no me ha pasado nada espectacular llevándolos, pero me dan mal rollo. Asinque los tendréis que ver así, en foto, porque dudo mucho que me los veáis puestos por el momento. >_<

Buen fin de semana a todes.